Esperanza
Esta semana pasada acudí al funeral, corpore insepulto, de un familiar muy próximo de la mujer de mi hijo. Hombre mayor de una deteriorada salud; pero que no mella en la tristeza de su esposa e hijos. Al día siguiente comparto con una madre, conocida de largos años, la trágica noticia de un cáncer cerebral fulminante de su hija, madre joven con varios hijos, que me hace sentirme muy solidaria con el dolor de esa madre que va a sobrevivirle a la hija. "Es antinatural", me dice angustiada y rota. Yo le doy toda la razón y me viene a la memoria la frase del filósofo estoico Séneca: "El dolor más grande es cuando un padre entierra a su hijo."
Todos estos hechos recientes me mueven a una reflexión "sobre la brevedad de la vida" (Séneca) y lo poco que reparamos en ello sumergidos en el vivir para disfrutar y atesorar. Se que hay quienes no quieren pensar en ello porque no creen en nada transcendente; pero esto no evita que sepamos que tenemos una segura certeza; que todos vamos a morir.
Por eso yo abogo por la esperanza en un más allá espiritual por tres razones: 1ª porque si pienso en la transcendencia (crea o no crea), es porque existe. 2ª Si al final no es verdad, nada habré perdido porque no me enteraré. 3ª Si es verdad, qué tristeza para el que no creyó...
Este poema escrito y musicado por Cesáreo Garabaín es una profunda muestra de ello:
Tú nos dijiste que la muerte
cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza,
ya le has devuelto a la Vida,
ya le has llevado a la Luz.
* * *
Esta semana pasada acudí al funeral, corpore insepulto, de un familiar muy próximo de la mujer de mi hijo. Hombre mayor de una deteriorada salud; pero que no mella en la tristeza de su esposa e hijos. Al día siguiente comparto con una madre, conocida de largos años, la trágica noticia de un cáncer cerebral fulminante de su hija, madre joven con varios hijos, que me hace sentirme muy solidaria con el dolor de esa madre que va a sobrevivirle a la hija. "Es antinatural", me dice angustiada y rota. Yo le doy toda la razón y me viene a la memoria la frase del filósofo estoico Séneca: "El dolor más grande es cuando un padre entierra a su hijo."
Todos estos hechos recientes me mueven a una reflexión "sobre la brevedad de la vida" (Séneca) y lo poco que reparamos en ello sumergidos en el vivir para disfrutar y atesorar. Se que hay quienes no quieren pensar en ello porque no creen en nada transcendente; pero esto no evita que sepamos que tenemos una segura certeza; que todos vamos a morir.
Por eso yo abogo por la esperanza en un más allá espiritual por tres razones: 1ª porque si pienso en la transcendencia (crea o no crea), es porque existe. 2ª Si al final no es verdad, nada habré perdido porque no me enteraré. 3ª Si es verdad, qué tristeza para el que no creyó...
Este poema escrito y musicado por Cesáreo Garabaín es una profunda muestra de ello:
La muerte no es el final
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del
camino
que aunque morimos no
somos
carne de un ciego
destino.
Tú nos diste esa
esperanza
en medio de este
vivir
siendo felices
contigo
sin padecer ni
morir.
Por un hermano perdido
una gran pena
alcanza,cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza,
en tu palabra
confiamos
con la certeza
que Túya le has devuelto a la Vida,
ya le has llevado a la Luz.
* * *
Cuando Tú
reesucitaste
todos vencimos
contigo,
nos regalaste la
Vida
como en Betania al
amigo.
Y caminando a tu
lado
no va a faltarnos tu
Amor
porque muriendo
vivimos
vida más pura y
mejor.
* *
*
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