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7 ago 2012

La alberca
JULIO
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Día 1
Dices que tú reconoces a tu Yo inmortal, pero que éste debe de bregar con las circunstancias.
Permite que te corrija y te indique lo que los Maestros enseñan:
Tu Yo inmortal no brega con tus circunstancias. Quien lo hace es tu personalidad, o sea, tu yo humano y mortal.
Tras esta aclaración...
¿No crees que las circunstancias nos las creamos nosotros mismos la mayoría de las veces?
En unas ocasiones es por acción.
En otras ocasiones es por omisión.
Sé valiente. Analiza tus circunstancias.
¿En cuantos de tus actos te has dejado llevar por tus pasiones?
¿En cuantas de tus acciones te inhibiste a causa de tus cobardías?
Verás como, si eres valiente y sincero, no son tantas las circunstancias que te impiden tu crecimiento interior.
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Día 2
¿Qué es lo mejor para ser feliz?
La virtud.
¿Cómo hacerla emerger?
Ejercitando una vida honesta.
¿Con qué fin?
Para lograr liberar el Yo Divino que está en nosotros.
Así podrás ser espejo de luz y alegría para tus semejantes.
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Día 3
Aquel ermitaño bajaba de tarde en tarde al pueblo, desde la montaña donde vivía, para vender la miel que recogía a cambio de alguna hogaza de pan.
Las buenas gentes se admiraban de su alegría y bondad y a cuantos le interrogaban la causa de ello, él siempre respondía lo mismo:
“Tengo un tesoro en mi casa…”
En cierta ocasión en que bajó al pueblo pasaba por allí un forastero desconocido que, curioso, se fijo en tan estrambótico personaje pues al ermitaño le gustaba adornarse con un sombrero viejo con flores silvestres, un cayado rústico, un perrillo flaco y su habitual alegría. Y le escuchó la tan repetida frase del eremita: “tengo un tesoro en mi casa”.
Así que le siguió hasta el lugar donde vivía con la perversa intención de robarle aquel tesoro.
A la hora del atardecer en que el ermitaño contemplaba como todos los días la puesta del sol, dando gracias al Creador por tanta belleza, el forastero registraba la casa sin encontrar nada de valor. Así que, furioso, atacó al buen hombre para que le indicase en qué lugar escondía su tesoro. El ermitaño, malherido pero sonriente, le señaló su pecho y le dijo:
“Hermano, aquí en el interior de mi cuerpo, que es casa de Dios, tengo el tesoro que me da paz y alegría; mi alma.”
Cuentan que el forastero se quedó con el eremita hasta que los dos curaron sus heridas.
Uno las del cuerpo y el otro las del alma.
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Día 4
La enfermedad no se cura gritando: ¡medicina! sino tomándola.
(Shankarachaya)
La comarca de donde procedo es eminentemente agrícola. Cuando yo era pequeña presencié esta anécdota:
Había ido al campo acompañando a un vecino y su hijo, un chico de unos diez años.
Al llegar al huerto de naranjos el hombre se puso a arrancar las malas hierbas y pidió al hijo que le ayudase uniéndolas y atando en gavillas según él le indicó.
Como al muchacho le costaba hacerlo bien se quejó al padre y este le dijo:
-Llama al señor Maña...
-El chico comenzó a dar voces por el campo:
-¡Señor Maña!...¡¡¡señor Mañaaaa!!!
Hasta que comprendió, un poco avergonzado, que al tal “maña” sólo podía encontrarlo en la atención y práctica de sus habilidades; o sea, en sí mismo.
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Día 5
Te gusta retirarte de tanto en tanto a algún lugar recogido para relajarte. Para calmar tu espíritu.
No te equivoques.
Tu espíritu no necesita calmarse.
Quienes necesitan calmarse son tus nervios.
Quienes han de serenarse son tus pasiones.
Si lo consigues, entonces emergerá tu espíritu y alumbrará con su luz maravillosa todas tus horas y tus días.
Si logras esto, verás como podrás estar en medio del bullicio más ruidoso, con una relajación total y luminosa.
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Día 6
Reflexiona sobre esto:
Nuestra mente sólo capta los fenómenos de las cosas, nunca las sustancias.
Y de los fenómenos tan sólo los materiales.
Y de ellos sus relaciones, que nuestra clasificación intelectual las adapta a su comodidad.
Después de esto comprenderás que, la mente, es una herramienta de trabajo.
Tu disco duro, programado con los datos introducidos por ti, por tus circunstancias y por tus experiencias.
Acepta con valentía esta verdad y sigue confiando en tu capacidad mental, del mismo modo que lo haces con tu ordenador competente.
Nada más.
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Día 7
Nuestra vida es semejante a un laberinto de pasiones cuyo centro está habitado por negro Minotauro.
Él nos tiene prisioneros.
Nuestras ansias de libertad desean zafarse de sus garras destructoras, pero es tan difícil...
Tan sólo podrá lograrlo nuestra valiente, tenaz y serena voluntad.
La inteligente y virtuosa Ariadna puede ayudarnos a salir hacia la Luz.
Puede que no logremos matar al Minotauro, pero liberados en la luz de la Verdad , seguro que dejarán de asustarnos sus bramidos.
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Día 8
Un buen maestro espiritual me dijo en cierta ocasión que lo heroico no era arrostrar una gran prueba una vez en la vida.
Lo verdaderamente heroico era afrontar todos los días las pequeñas pruebas que nos presenta la existencia.
Sonreír, en lugar de fruncir el ceño.
Ser cortes, en lugar de desabrido.
Hacer un favor, aunque no te lo agradezcan.
Cantar, en lugar de llorar.
Bendecir, en lugar de maldecir.
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Día 9
“Los monstruos son equivocaciones de la finalidad” (Aristóteles)
Cuantas veces nos proponemos hacer algo con una buena finalidad y resulta de consecuencias desastrosas...Muchas.
Y es que, nuestra pasión por la finalidad, nos hace ver los medios distorsionados, adaptados a nuestras ansias, pero carentes de una visión exterior que nos de la justa interpretación del otro.
El otro, nuestro prójimo, es la piedra angular de muchísimos conflictos de convivencia.
Todo porque la pasión egocéntrica abre su velamen y se lanza al mar...pero olvida poner en acción el timón de la razón.
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Día 10
“Enciende tu lámpara y busca tu dracma perdida.” (Basilio Valentín)
Parece ser que a través de todos los tiempos la búsqueda ha sido una constante humana.
Como narran un sin fin de relatos, el ser humano vive en un constante anhelo de buscar y alcanzar lo que le falta.
Pero como dice el alquimista Valentín: “enciende tu lámpara.”
Esta linterna del Conocimiento que está en tu interior, debe de encenderse para poder buscar.
Es la llama de la fe.
Fe en algo superior que nos trasciende y nos reclama.
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