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29 may 2012


                                                        La alberca
 
Día 21

“Conócete a ti mismo”. Oráculo de Delfos

Parece sencillo...pero es durísimo, titánico, agotador.
No se trata de conocer nuestro cuerpo y sus funciones animales. Eso, un buen libro de biología lo facilita.

No se trata de conocer lo adecuado para una correcta vitalidad. Eso un buen libro de salud y dietética natural lo facilita.
No se trata de enfrentarse al espejo superficial del carácter. Eso es bastante común y un buen libro de psicológía lo facilita.

No se trata de conocer los entresijos mentales de nuestro intelecto, de nuestro cerebro. Eso, aunque arduo y trabajoso, un buen libro científico lo facilita.
Se trata de buscar la causa, sincera, profunda, valiente, de todos tus pensamientos y sentimientos...

Y eso, amigo y amiga, es realmente durísimo, titánico, agotador. Y a veces, ni una sola vida basta para conocerse a sí mismo.

Pero, si lo logras, tuyo será el Reino de los Cielos.
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Día 22

Me dices: he dado mucho amor y me lo han devuelto con actos  egoístas. He amado mucho y he sufrido mucho. Me he quedado seco, dolido, triste...

¿Qué buscabas al dar amor?

¡Encontrarme en los otros! –respondes-.

¿Y no querías, de algún modo, posesionar tu egoísmo también?

Mira, encuéntrate en ti mismo primero y desde esa confirmación, sigue dando amor porque es tu natural...lo que hagan los demás con tu amor no es tu problema.

Tu amor está en ellos, como las aguas del río se filtran en la tierra sedienta. Él riega los campos y las riberas, regala su vitalidad, sin importarle lo que hagan con ella los seres que pueblan sus orillas.

Esa es la Ley. Ese es el Dharma.
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Día 23
               

“El infierno son los otros” Sartre


Los otros. Siempre los otros...

Pero, ¿te has parado a pensar que tú y yo también somos los otros para los otros?
Por eso, más que ser los otros infierno, intentemos que sean cielo...acercándoles el nuestro a ellos.

¿Cómo? Muy sencillo. Por empatía...

Prueba este ejercicio: Siéntate en el banco de una plaza concurrida, o en la terraza de un bar. Observa a la gente y seméjala con alguien que tu conozcas bien. Aquella madre joven con sus hijos (podría ser tu hija, o sobrina o hermana etc.), aquel hombre mayor (tu padre, tío, hermano), aquel joven vital (tu hermano, tu hijo, tu primo),...y así, verás como ya no son extraños para ti sino que forman parte de tu grupo porque, ellos, tienen las mismas alegrías y tristezas, los mismos sueños, los mismos anhelos y los mismos éxitos y fracasos que y que yo.

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Día 24

Era un gran cómico.

Toda la sociedad más vip del momento lo reconocía como el más desternillante y gracioso. Gracias a él olvidaban por unos minutos las miserias del poder y la fama; sus depresiones.
Frente a todas las televisiones, las buenas gentes reían sus gracias desde sus hogares y olvidaban los problemas cotidianos de la existencia común.
Ante el especialista, en la penumbra y silencio de la consulta, el pobre cómico desgranaba su amargura, desesperación, angustia y pensamientos suicidas.
Y es que, a veces, muchas veces, mayoritariamente, la risa bulliciosa suele ser una máscara de los lamentos del alma.
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Día 25

Vicente Ferrer, ese gran ser humano que amaba a los seres humanos, ese mahatma (gran alma), contaba en cierta ocasión una anécdota aleccionadora.

Decía que había estado en el hotel, en donde se hospedaba para aquella cita social de concienciación de una sociedad consumista. Había pedido la llave y subido a su planta cuarta.
Cuando introdujo la cartulina electrónica en la ranura de su puerta, no había manera de que ésta se abriese.

Pensó: “qué mal va todo, no hay conciencia de trabajo bien hecho, cada día la gente es menos responsable en su quehacer, todo va mal, vaya que sí...” Y mirando al cielo imaginado, movía cadenciosamente la cabeza.

Entonces se dio cuenta. Miró la tarjeta, el número de habitación era el correcto; pero se había equivocado de planta. ¡Estaba en la tercera!
Y pensó con profunda filosofía de hombre sabio que no es que las “cosas estuviesen mal y etc. Y todo eso”...

Es que él se había equivocado de piso, de lugar. Nada más.

¿Y tú, estás en el lugar adecuado en tu vida?

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Día 26


“La alegría es, de algún modo, el dinero contante y sonante de la felicidad” Schopenahuer.

Claro, como que la alegría (la que nace desde dentro, desde el corazón), es una hermosa luz que ilumina nuestros ojos, nuestra cara, toda nuestra piel...y se refleja en los demás.

La proyectamos.

Entonces se produce la magia; al irradiar la luz de la alegría nuestro prójimo próximo se siente iluminado y contagiado por la alegría.

No es que tengas que ir dando saltos y volteretas como un payasito, no.

Sencillamente es ser positivo en pensamiento, palabra y obra.

Día 27

Conozco porque reconozco.

Sin esa actitud de aceptación guiada por el discernimiento, nada que transcienda la materia visible existiría para nosotros (y de hecho, para algunos empiristas es así).

Hay una leyenda narrada en base a esta teoría.

Se cuenta que cuando Colón arribó con sus naves a las costas americanas, los nativos vigías de los poblados no los divisaron, no los vieron hasta que los tuvieron delante, casi en tierra.

Sencillamente, porque no los reconocieron.

¿Y qué es reconocer? se dice que es distinguir aquello que estaba olvidado; considerar, advertir, contemplar; tenerse por lo que uno es en realidad,…

O sea, sencillamente, levantar el velo de la ignorancia que nos oculta lo ya conocido.


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