La alberca
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SEPTIEMBRE
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Día
1
El cansancio existencial, con
todo su bagaje de frustraciones, asco y compasión por la humanidad, lleva a
muchos al nihilismo más o menos manifiesto. Depende del hábito reflexivo de cada
cual y sus valores.
Para unos será un vivir dejándose
llevar, sin casi voluntad, por la vida y sus cotidianos aconteceres.
Para otros, un refugiarse en la
arcadia incontaminada del si mismo.
En ambos casos, será una actitud
de entusiasmo vencido, ahogado, derrotado, enterrado por los hechos
vividos.
La única manera de liberación es
lo supremo llevado a la práctica. Arte, religión, filantropía, creación,
creación, creación,… trabajo, trabajo, trabajo.
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Día 2
El umbral entre lo profano y lo
sagrado es una línea sutil que nace de nuestros más íntimos, ancestrales y
desconocidos sentimientos. Esta línea física, espacial, podemos localizarla
simbólicamente entre la calle y el templo de cualquier ciudad actual.
Y también, porqué no, si en ello
ponemos el alma, entre la calle y nuestro hogar. Entre la calle y el auditorio
de música, o de poesía. Entre la calle y la sala de conferencias. Entre la calle
y la Universidad.
En ese umbral es donde tenemos
que tener el discernimiento de separar y acallar las inquietudes mundanas para
desear que surja la voz del silencio interior…para dejar que después de ello,
ese sentimiento sagrado salga con nosotros para derramarse en todas nuestras
actividades sociales.
--------------------Dí
3
Carta de Epicuro a
Meneceo
“Nadie por ser joven vacile en
filosofar ni por hallarse viejo de filosofar se fatigue.
Pues nadie está demasiado
adelantado ni retardado para lo que concierne a la salud de su alma. El que dice
que aún no le llegó la hora de filosofar o que ya le ha pasado, es como quien
dice que no se le presenta o que ya no hay tiempo para la felicidad.
De modo que deben filosofar tanto
el joven como el viejo: el uno para que, envejeciendo, se rejuvenezca en bienes
por el recuerdo agradecido de los pasados, el otro para ser a un tiempo joven y
maduro por su serenidad ante el futuro.
Así pues, hay que meditar lo que
produce la felicidad, ya que cuando está presente lo tenemos todo y, cuando
falta, todo lo hacemos por poseerla."
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Día 4
El primer paso para alcanzar
algo, es reconocer nuestra necesidad.
Si tengo sed y no tomo conciencia
de mi necesidad de beber ¿cómo puedo saciarla?
Esto sirve para cualquier
necesidad física; calor, frío, hambre…
Si tengo soledad y tristeza y no
tomo conciencia de mi necesidad de amistad y alegría ¿cómo puedo
buscarla?
Si carezco de conocimientos
adecuados para mi desarrollo intelectual y laboral y no tomo conciencia de mi
necesidad de superación ¿cómo puedo instruirme?
Si tengo angustia existencial y
no tomo conciencia de mi necesidad de Dios ¿cómo puedo
encontrarlo?
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Día 5
“Lo que es
arriba así es abajo” (Kibalión)
Nuestro planeta está contaminado.
Es verdad.
Nuestras mentes están
contaminadas. También es verdad.
Las factorías del Mal existen. No
te quepa la menor duda.
Desde allí surgen modas,
consignas, libros, música, cine y cuantos productos se inventen los gurús para
que sean consumidos por los miméticos, cándidos e influenciables seres
humanos.
Por ello se debe anteponer una
emisión de buenas y positivas producciones que palíen tanta corrosión
evolutiva.
Antes de que sea demasiado tarde.
Debemos salvar nuestra nave y todo cuanto la habita.
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Día 6
Amigo y amiga, eress una persona
sensible y generosa que quisieras un mundo mejor, una sociedad más
solidaria.
Esto es muy difícil… pues ha de
bajar del mundo ideal al real.
Pero tú lo puedes alcanzar;
fórmate una isla, pero no te aísles.
Dentro de ella podrás tener
cuantas personas, modos e ideas sueñas.: afectos sinceros, actos fraternos y
altruistas, sentimientos y creencias espirituales. Sí, convive con ellos.
Confraterniza con todo ello aunque el mar que rodea a tu ínsula esté
agitado.
Pero, escucha, atiéndeme, no te
aísles.
Deja el puerto franco, abierto
para quienes deseen llegar hasta tu isla maravillosa.
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Día 7
A un niño, cuando llegó su
cumpleaños, uno de sus amiguitos le regaló un rompecabezas, un puzle. Al niño le
encantaba jugar y montar la bonita estampa que se representaba en él: Un río con
peces, árboles con pájaros, montañas con vacas y niños jugando con un perro.
Un día llegó hasta su yaya,
lloroso y disgustado. Le faltaba una pieza y no podía encontrarla. “Así, dijo,
el juego está incompleto, no me sirve si falta una pieza”. “Eso mismo opina
Dios, dijo la yaya, por eso nos ama a todos.”
Amigo y amiga, en el puzle de la
vida todas las piezas son necesarias, todas tienen su lugar. Los guapos, los
feos, los ricos, los pobres, los listos, los tontos, los sanos, los enfermos,
los buenos y los menos buenos.
A todos nos quiere y necesita
Dios cumpliendo nuestra misión.
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Día 8
Aquel buen hombre estaba
verdaderamente abrumado por la desesperación. Era el atardecer de Nochebuena y
su automóvil se había topado contra aquella enorme piedra desprendida de la
montaña. Por suerte, el buen funcionamiento de los frenos le evitaron un
desastre mayor, pero no impidieron que se destrozara el radiador dejando al
vehículo sin capacidad de seguir. Para más inconvenientes, llevaba descargado el
móvil y aquella carretera era poco transitada. En resumen; no podía avisar a
nadie, no llegaría a tiempo para cenar y posiblemente se arriesgaba a pasar la
noche feliz en la soledad de aquellos parajes.
“Dios mío –pensaba quejumbroso-
¿cómo me haces esto? ¿acaso no soy un buen creyente? ¡vaya nochebuena que me
espera!”
Tomó una linterna y comenzó a
caminar hacia delante. Estaba desorientado y no conocía bien el trayecto pero, a
unos setecientos metros, vio algo que le sobrecogió: la carretera estaba cortada
por una valla y más allá todo era oscuridad.
Cuando las primeras luces del día
llegaron hasta el lugar del coche accidentado el hombre salió del interior,
soñoliento y cansado, volvió a recorrer los setecientos metros y ante la valla,
comprobó aterrorizado que la oscuridad de la noche anterior era un vacío
cortante que se despeñaba hasta el fondo de la montaña.
Se había equivocado de carretera.
Y gracias a la piedra desprendida había evitado despeñarse sin
remedio.
Entonces entendió la sentencia:
“Los caminos del Señor son inescrutables.”
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