La alberca
Día 21
Día 22
Día 17
Dices que
no te parece justa la actitud del padre de la parábola del hijo pródigo. Que lo
justo y correcto hubiera sido( o és, pues las parábolas están en
eterna actualidad), aceptarlo pero con la condición de que purgue su delito
para volver a recuperar su antigua condición.
Aparte de
que el amor tenga otros fundamentos para juzgar lo “correcto” vamos a
centrarnos solamente desde la justicia (humana, claro).
¿Qué
solemos hacer cuando un miembro de nuestro cuerpo está enfermo? Lo atendemos
con especial prioridad a los otros miembros y le dedicamos bálsamos medicinales
para curar sus heridas. ¿No es así?
¿Cómo
entonces no va un padre a dar prioridad al hijo desvalido y curarlo con el
bálsamo sagrado del amor?
Sólo
quienes aman sin condiciones comprenden esto.
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Día 18
Las tres
potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad, deberían movernos a la
reflexión diaria al finalizar el día.
Memoria
para recapitular todos nuestros actos y pensamientos, buenos y malos, con que
hemos ocupado la jornada.
Entendimiento
(discernimiento) para saber analizar, con sinceridad y valentía, los verdaderas
causas que motivaron nuestra conducta y pensamientos.
Voluntad
para poner en práctica todo lo anterior y trabajar con el compromiso , personal
e íntimo, en plena libertad, de mejorar las cosas.
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Día 19
Decía el
sabio monje San Doroteo de Gaza, de un antiguo convento del siglo IV, que al
joven novicio había que atenderle como a un impedido de manos al que se le debe
de alimentar e inflamar.
Es muy
gráfico el símbolo. Cómo podrá uno comer si carece de manos y qué depresión
anímica produciría esto…
Y es que
el buscador suele tener las manos atadas y le es imposible manifestar sus capacidades por las muchas divagaciones que le
atormentan. Necesita por ello que le vayan dando el alimento adecuado, poco a
poco, para fortalecerle y poderse, por sí mismo, liberar de sus ataduras ya
que, nos dice, el error y el mal sabe muy bien auto justificarse.
Entonces
sí, una vez alimentado podrá manifestar, con sus manos abiertas hacia lo alto y
el corazón inflamado de gratitud, la alabanza de vivir.
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Día 20
Cuanto más
descubro y experimento la ignorancia espiritual que tenemos todos los seres
humanos, más me confirma la necesidad y existencia de las Grandes Almas que nos
trajeron sus mensajes de regeneración anímica.
¿Qué sería
del pobre humano, tan soberbio y frágil, tan engreído y necio, tan orgulloso y
desvalido, si esas almas grandes no hubiesen tenido el infinito amor de
entregarse toda una vida en elevar su voz espiritual?
Ellos, a
través de los milenios, se convirtieron en misioneros de un mensaje celeste
para que nos alejáramos del camino de la animalidad.
¡Benditos
ellos que vieron la luz trascendente y tuvieron el amor compasivo hacia la
humanidad para enseñarles a caminar por el Sendero!
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Saber y existir contemplando lo divino. (P. Claudel)
Este sería
el anhelo realizado de cualquier persona mística…
Pero nada
tan lejos de nuestra naturaleza pensante, de nuestra naturaleza apasionada, de
nuestra naturaleza sufriente.
Tal vez,
en algún momento de pasmo y ensimismamiento espiritual ( el auténtico artista
creador sabe algo de eso), puede darse una ráfaga de ese estado angélico tan
vedado a los humanos. Pero es tan sólo un aleteo sutil de mariposa comparado
con esa pesadez de paquidermo que nos caracteriza.
Lo cual no
impide que, confirmado que el anhelo es efecto de una causa que nos trasciende,
sigamos pretendiendo alcanzar ese estado angélico de saber y existir
contemplando lo divino.
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Lo que nos
diferencia de los animales no es que pensemos. Lo que objetivamente nos
diferencia es que transcendemos.
Hay que
dejar de lado las psicologías interpretativas sobre el pasmo temeroso del
hombre primitivo, ante las fuerzas desatadas de la naturaleza, hecho este que,
según los filósofos materialistas, movió al ser humano a hincar la rodilla e
inventar la divinidad.
Lo
realmente importante es que, en ese hincar
la rodilla, está implícita la trascendencia.
Ningún
animal, por muy evolucionado que esté, es capaz de doblar su rodilla pidiendo
ayuda ante ninguna divinidad intuida, cuando el pánico se apodera de la manada.
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Día 23
Amigo y
amiga, mira todo cuanto te rodea como un gran pentagrama en el que están
escritas las melodías de Dios.
Las
piedras, rocas y montañas.
Las
plantas, árboles y flores.
Los múltiple
animales del agua, del aire, de la tierra.
Los seres
humanos, tan diversos y tan idénticos.
Todo, todo
cumple unas leyes matemáticas que se entrelazan en una gran sinfonía orquestada
y dirigida por Dios.
Él nos
habla, manifiesta su mensaje a través de todos los aconteceres de la naturaleza
cósmica y terrestre.
Y el ser
humano es el único al que le ha sido otorgado el don, la gracia de la
interpretación.
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Día 24
Se dice
hoy en día, en estos tiempos de crisis de valores, que el mundo occidental debe
de volver a ser religioso, o no será.
Posiblemente
les sea más fácil a quienes habitan dentro de
ambientes rurales, dado que el contacto con la naturaleza potencia la
religiosidad cósmica. No hay ceremonia natural más grandiosa que la salida del
Sol por la mar…
Pero esto
no debe detenerte a ti, urbanita, a que busques y te reencuentres con la
esencia que te diferencia y separa de la animalidad.
Porque
religión viene del latín religare
(religar, volver a unir lo que estaba unido antes de soltarse), debes de poner
tus cinco sentidos en religar lo que te une con lo celeste y luminoso y pugna
por emerger desde tu interior.
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Día 25
Érase de
una buena persona que toda su vida quiso comprender el sentido profundo de la
fraternidad.
Conoció en
su dilatada vida la alegría y la tristeza, la riqueza y la pobreza, la salud y
la enfermedad, la juventud y la vejez, el triunfo y el fracaso, la lealtad y la
traición, el amor y el desamor.
Pero en
todas las ocasiones tuvo la certeza de la validez absoluta del mensaje de
Jesucristo.
Cuando
murió comprobó que, pese a tantas teorías escépticas y descreídas, la Divinidad existía.
Y se
entristeció por todos aquellos que seguían en la tierra desperdiciando su vida
en senderos equivocados.
Cuando
Cristo le sonrió para que entrase con Él en la Gloria , la buena persona,
con lágrimas en su alma, le pidió al Señor que le dejase volver al mundo terrenal,
pues no podía concebir disfrutar de la Gloria mientras tantos seres humanos seguían en
la ciega ignorancia.
El Hijo
miró al Padre y un soplo del Espíritu Santo confirmó su perfecta
compenetración. La Divinidad
sonrió con un destello luminoso y le dio permiso para volver mientras con gran
amorosa bondad le decía a su Hijo:
“Verdaderamente,
hiciste un gran trabajo. Tu mensaje de amor fraterno ha dado su fruto
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