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18 nov 2012


Día 29
 
No mires hacia el pasado feliz con nostalgia, y menos aún con amargura.
 
Recuerda su hermoso esplendor y revívelo como una bendición de la que fuiste afortunado receptor.
 
Atesóralo como una dádiva celestial que ilumine tus días grises. Esos en los que necesitas deleitarte con aquella música especial, aquella fotografía de un viaje, de un día perfecto, de unos seres queridos ya ausentes...
 
Y con ese dulce calor en tu corazón tembloroso, seguir avanzando y cumpliendo honestamente con tu destino.
 
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Día 30
 
“Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra.” (Jesucristo)
 
¡Cuántas lapidaciones vemos a diario a cargo de personas que tienen tanto que callar!
 
La psicología lo denomina “proyección negativa”.
 
Se culpa al otro de lo que nos corroe.
 
Frustraciones, envidias, celos, cobardías...
 
Si cada ser humano pusiese en tierra “su piedra”, llegaría a formar una pirámide de fraternal humildad en donde su cenit, posiblemente, alcanzaría la luminosa evolución tan ansiada por todas las almas.
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Día 31
 
Hay quien da con alegría y esa alegría es su premio.” K Gibran
 
Muchas veces nos quejamos de la ingratitud humana. Es como si regáramos un jardín, lo cuidáramos, e invitando a los amigos a que lo disfruten también, tan sólo consigamos que nos lo pisoteen. ¡Con cuanta amargura nos despachamos después por la falta de delicadeza, de consideración, de cuidado que han tenido con nuestro lindo jardín! ¿Qué esperábamos? La gente es así, descuidada con las cosas de los otros.
 
Pero tú, que eres una persona de convicciones profundas, debes de aprender a valorar lo importante; tu trabajo y voluntad. Si lo han destruido sin mala intención, o sea por negligencia, no es tu problema.También el invierno lo destruirá y no por eso te enfadas con él. Si fue con mala intención, tampoco es tu problema pues en verdad es ¡y mucho! un problema de quien mal obra.
 
Tú sigue cuidando tu jardín con amorosa atención e invitando, con amorosa fraternidad, a que se acerquen a él.

EJERCICIO:
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Una manera de reencontrarte con tus momentos felices es la siguiente:
 
Imagínate un paisaje o escena agradable de tu infancia. Haz que lo cubra un color amarillo dorado. Todo cobra vida y allí, sonriéndote, están aquellas personas que tanto te quisieron. Sonríeles tú también. Recuerda aquella canción de esa época.
Y piensa con todo tu corazón:
 
“Qué suerte he tenido en la vida por ser querido por ellas…”
 
 

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NOVIEMBRE

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Día 1
 
Le preguntaron a un buscador:
 
En tu búsqueda de Dios;
¿Qué libro te llevarías a una isla desierta?
 
Respuesta:
 
Uno. El de siempre. El de mi infancia. El que conecta con mis raíces y con mi corazón.
 
Para ayudar a meditar no es tan importante el libro como la actitud esencial que sabe extraer una reflexión de cualquier parábola santa.
 
Pero para hallar a Dios, no hace falta ningún libro divino ya que, Dios, lo tiene escrito en Su Creación.
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Día 2
 
Érase de cierto cisne que se deslizaba por las aguas serenas de un lago. Se consideraba un ave feliz. No carecía de nada de lo necesario para ello.
 
Agua, luz y sol. Comida abundante. Compañía de sus iguales y un buen cobijo.
 
Pero cierto día le ofrecieron ser el más poderoso de la bandada.
 
Todos le obedecerían, le agasajarían, le respetarían.
 
El cisne, vanidoso, cedió a la propuesta.
 
Desde entonces, ya no tuvo un momento de felicidad.
 
No había aceptado por amor, que es la coraza que todo lo puede.
 
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Día 3
 
Se cuenta que el armiño consigue la inmaculada blancura de su pelo, gracias a los continuos cuidados que se prodiga el diligente roedor.
 
Esto ha sido utilizado por los sabios instructores de almas como símbolo para los humanos:
 
Quien prodiga continuos cuidados a sus facultades espirituales, hará emerger la pura blancura de la virtud.
 
Por ello, la gran reina Ana de Bretaña, mujer de profunda y erudita inteligencia, tomó como divisa el aforismo latino: “Antes la muerte que la mancha” que posteriormente fue emblema de una orden de caballería fundada por su esposo.
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Día  4
 
 
“Yo no soy el cuerpo. Yo no soy la energía. Yo no soy las emociones. Yo no soy la mente... ¿Adivinas quién está diciendo esto? (J.A.L.)
 
Esa es la famosa “voz del Silencio” de la que tantos sabios y santos han hablado a través de los siglos.
 
Y la posees tú. Y la posee él. Y la poseo yo.
 
Para escucharla solamente tienes que acallar a esos cuatro pedigüeños imperativos –cuerpo, energía, pasiones, mente- y dejar que fluya, libre y armoniosa, la melodía inaudible de tu espíritu.
 
Al principio los cuatro pedigüeños se rebelarán y redoblarán sus requerimientos. Pero no hagas caso. Eso sí, se inteligente y tenlos moderadamente alimentados –tampoco es cuestión de matarlos de hambre porque, entonces, aullaran como lobos y no te dejarán en paz-; pero hazlo con mesura inteligente.
 
Entonces, en el íntimo rincón elegido, podrás meditar y comenzar el diálogo con tu voz silenciosa. 
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Día   5
 
En un círculo de personas empeñadas en la búsqueda de Dios, se debatía acaloradamente cual de los libros sagrados era el mejor y más sabio para el crecimiento espiritual del ser humano.
 
Uno judío señalaba la sabiduría esotérica del Zohar.
Un hindú citó la grandeza profunda de los Vedas.
Un helenista la sabiduría de la Teogonía.
Un cristiano la profunda caridad de los Evangelios.
Un musulmán defendía la magnificencia del Corán.
 
En medio del barullo dialéctico un monje guardaba silencio. Cuando, ya calmados, le interrogaron el por qué no recomendaba ningún libro sagrado, el buen hombre contestó:
 
Si desapareciesen todos los libros sagrados, se podría volver a escribirlos en la contemplación y la meditación. Yo leo todos los días el Gran Libro Divino de la Creación.

Leo la profundidad y el misterio filosófico escrito en las noches estrelladas.
 
Los salmos poéticos y alegres en el amanecer y sus cantos de avecillas diligentes.
 
La banalidad de los aconteceres humanos en las formas cambiantes de las nubes viajeras.
 
La bondad divina en las verduras y frutos del huerto. La belleza y amor en la hermosura de las flores y su perfume.
 
Y sobre todo, la Voz del Espíritu Divino en el silencio de mi celda.
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Día   6
 
Cuando te eleves con tu meditación en busca de tu esencia, transcendiendo tu entorno (personas, animales, plantas, ríos y montañas, nubes y mares), transcendiendo nuestra amada Gaia, transcendiendo nuestro sistema solar; más, más, más allá...
 
Encontrarás el Gran Silencio, hallarás el Gran Misterio.
 
Entonces, pasmado ante tanta grandeza, bajarás hasta ti y penetrarás en tu carne, en tus vellosidades, en tu sangre y huesos, en tus líquidos, en tus células; más, más, más allá...
 
Y tropezarás con el muro del Gran Silencio. El gran Misterio que tu cerebro no puede desvelar.
 
¿No crees que en ese momento es cuando debes hablar con Dios?
 
¿Cuándo debes orar…?

 

  
Día 7
  
Vivimos como vecinos incomunicados por nuestro orgullo. Por nuestra visión parcial de nuestras existencias.
 
Los de los pisos bajos no saludan a los de arriba porque se creen superiores y a su vez estos se cierran en banda porque aquellos son hostiles.
 
El de más arriba piensa lo mismo de quien habita el ático lujoso y este, a su vez, cree que todos los del edificio le odian por envidia.
 
Y así, nos saludamos superficialmente en el ascensor sin que abramos una puerta a la convivencia.
 
Tan sólo por no apearnos, cada cual,  unos pocos escalones del egocentrismo y abrazarnos en el rellano de la fraternidad.
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