Tipos, Típicos, Tópicos
Estos escritos son una recopilación de 80 a 100 columnas periodísticas sobre perfiles urbanos, publicadas en los desaparecidos diarios Hoja del Lunes y Hoja de Valencia, durante el periodo entre octubre de 1991 a abril de 1992. Creo que su mayor valor es el testimonio cotidiano que observaba en Valencia hace más de veinte años. Espero que os guste.
Sony Grau Carbonell
VÍCTIMAS
Verdaderamente me entristece y amarga, ante
el discurrir cotidiano de la vida, comprobar que estas personas dejen de ser
una singularísima página en los acontecimientos ciudadanos para convertirse en
"típicos tópicos" de esta columna. No quisiera; pero así es.
Muy cerca del monumento de Athenea, allí,
en el paseo al Mar, ha sido inmolada una nueva víctima, el profesor Broseta, a
manos de unos elementos de la corte de los brutos (aquél, el Bruto histórico,
también quería dar que hablar), pero en este caso el inocente no pudo saber
quiénes eran ni porqué lo hacían. Le dispararon por la espalda, como lo hacen
los ruines, sin avisar, sin dar la cara ni retarlo a defenderse. Y, como un
símbolo, ha caído donde era su lugar: al calor de los edificios universitarios,
bajo el cielo de Valencia, a la que tanto quería, y junto a la sombra
protectora de Athenea, que, como diosa de la sabiduría, le habrá guiado muchas
veces en el camino de la moderación y el equilibrio.
Al día siguiente, cuando aún no salíamos
del estupor, dos jóvenes valencianos, sensibles, artistas de la música (esa
música que les habrá ayudado a comunicarnos a los demás los sentimientos
artísticos de grandes compositores y de ellos mismos) eran ametrallados sin
compasión ni sentimientos. Fríamente, como se ejecutan las grandes canalladas.
Sí, todo un significado paradigmático, unos
tienen la fuerza del saber, del diálogo, del raciocinio, del arte y la
comunicación sensitiva, y otros tienen la fuerza de la violencia más aberrante,
tan sólo porque son incapaces de la discusión racional y no lo quieren intentar
porque saben que perderían. No tienen dialéctica porque les falta la razón.
Siempre ha sido igual a lo largo de los acontecimientos históricos, siempre han
habido locos dispuestos a obedecer los dictados asesinos de otros que están en
la sombra amparados por las leyes de convivencia y, gracias a ellas, pueden
escurrirse por las rendijas de los legalismos apelados con toda la fuerza de la
desvergüenza más insultante ante todos los que, día a día, defienden y respetan
esa forma legal de concordia. No existe para ellos la pena de muerte; pero esos
sí que la practican. Para ellos existen abogados; pero no a los demás, que les
llega la muerte sin tan sólo tener el conocimiento de los motivos por los que
han sido sentenciados en su juicio fanático y salvaje, el dictamen del terror.
Así cercenan vidas, destruyen familias, quiebran ilusiones en nombre de unos
fines que jamás, jamás, jamás, pueden justificar esos medios ante cualquier
ciudadano con un mínimo de responsabilidad cívica.
A no ser que nuestra sociedad esté enferma
y perdida en el laberinto de sus propios errores.
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