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27 may 2014




            Tipos, Típicos, Tópicos


                   

Estos escritos son una recopilación de 80 a 100 columnas periodísticas sobre perfiles urbanos, publicadas en los desaparecidos diarios Hoja del Lunes y Hoja de Valencia, durante el periodo entre octubre de 1991 a abril de 1992. Creo que su mayor valor es el testimonio cotidiano que observaba en Valencia hace más de veinte años. Espero que os guste.

                                    Sony Grau Carbonell









              VÍCTIMAS

 

 

     Verdaderamente me entristece y amarga, ante el discurrir cotidiano de la vida, comprobar que estas personas dejen de ser una singularísima página en los acontecimientos ciudadanos para convertirse en "típicos tópicos" de esta columna. No quisiera; pero así es.

    

     Muy cerca del monumento de Athenea, allí, en el paseo al Mar, ha sido inmolada una nueva víctima, el profesor Broseta, a manos de unos elementos de la corte de los brutos (aquél, el Bruto histórico, también quería dar que hablar), pero en este caso el inocente no pudo saber quiénes eran ni porqué lo hacían. Le dispararon por la espalda, como lo hacen los ruines, sin avisar, sin dar la cara ni retarlo a defenderse. Y, como un símbolo, ha caído donde era su lugar: al calor de los edificios universitarios, bajo el cielo de Valencia, a la que tanto quería, y junto a la sombra protectora de Athenea, que, como diosa de la sabiduría, le habrá guiado muchas veces en el camino de la moderación y el equilibrio.

 

     Al día siguiente, cuando aún no salíamos del estupor, dos jóvenes valencianos, sensibles, artistas de la música (esa música que les habrá ayudado a comunicarnos a los demás los sentimientos artísticos de grandes compositores y de ellos mismos) eran ametrallados sin compasión ni sentimientos. Fríamente, como se ejecutan las grandes canalladas.

    

     Sí, todo un significado paradigmático, unos tienen la fuerza del saber, del diálogo, del raciocinio, del arte y la comunicación sensitiva, y otros tienen la fuerza de la violencia más aberrante, tan sólo porque son incapaces de la discusión racional y no lo quieren intentar porque saben que perderían. No tienen dialéctica porque les falta la razón. Siempre ha sido igual a lo largo de los acontecimientos históricos, siempre han habido locos dispuestos a obedecer los dictados asesinos de otros que están en la sombra amparados por las leyes de convivencia y, gracias a ellas, pueden escurrirse por las rendijas de los legalismos apelados con toda la fuerza de la desvergüenza más insultante ante todos los que, día a día, defienden y respetan esa forma legal de concordia. No existe para ellos la pena de muerte; pero esos sí que la practican. Para ellos existen abogados; pero no a los demás, que les llega la muerte sin tan sólo tener el conocimiento de los motivos por los que han sido sentenciados en su juicio fanático y salvaje, el dictamen del terror. Así cercenan vidas, destruyen familias, quiebran ilusiones en nombre de unos fines que jamás, jamás, jamás, pueden justificar esos medios ante cualquier ciudadano con un mínimo de responsabilidad cívica.

 

     A no ser que nuestra sociedad esté enferma y perdida en el laberinto de sus propios errores.

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